Seamos críticos

 La guerra de Ucrania está muy presente en todos los medios de comunicación,

medios que recogen y actualizan continuamente en sus crónicas el sufrimiento

de la población de este país. Como futura educadora social, más allá de

centrarme en la veracidad de toda esa información que nos llega y, ya que esta

actividad trata de injusticia social, quiero hacer un llamamiento para que se

preste atención y se proteja especialmente a los que seguramente son los más

débiles en esta barbarie humana; me refiero a los NIÑOS/AS, actores

relevantes e involuntarios de una obra fruto de la irracionalidad de los adultos.

 Son bombardeados, se quedan huérfanos, pasan hambre, frio, miedo… y

algunos mueren; otros deben huir, incluso sin sus padres, solos, para buscar

una salida lejos, para convertirse en refugiados.

 Los medios de información recogen miles de imágenes de ello que

impresionan, imágenes que no se van a olvidar fácilmente. Como ejemplo:

Ucrania (18/03/2022)- cochecitos vacíos como símbolo de los niños muertos en la guerra.

           “Papá se queda para ayudar”

 La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) recoge, entre los cuatro

principios claves de los derechos de los menores, el “DERECHO A LA VIDA, LA

SUPERVIVENCIA Y EL DESARROLLO”. Todos los niños del mundo, sin excepción,

tienen los mismos derechos, TODOS, pero a los nacidos en Ucrania, en este

momento, se les está negando.

 Nuestra solidaridad es importante, pero considero que son los gobiernos y las

Instituciones quienes tienen que poner todo de su parte para que estos

menores encuentren seguridad. Pensemos en ellos, que no tengan que huir

solos, que no pierdan la esperanza de una vida digna y en paz. Tienen un

futuro por delante y solo los gobiernos pueden ayudar para que lo consigan.

Pidamos a los gobernantes, en primer lugar, que medien para que acabe esta

guerra permitiendo que estos niños/as recuperen esos derechos fundamentales,

a la vida, la supervivencia y el desarrollo; y al mismo tiempo, tomen medidas

para paliar el impacto (salud física, mental, emocional…) que todo esto va a

tener en los menores, teniendo presente que:

 "No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el

desarrollo del niño, de quienes dependen la supervivencia, la estabilidad y el

progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana"

(Plan de acción de la Cumbre Mundial a favor de la Infancia).